Somos guardianes es un documental dirigido por Edivan Guajajara, Chelsea Greene y Rob Grobman. Fue producido por Highly Flammable y Mídia Indígena. Este contenido, actualmente disponible en Netflix, retrata la labor de los grupos de guardianes indígenas Guajajara y Tembé, quienes luchan por proteger la selva amazónica de la deforestación causada por madereros ilegales. De igual manera, muestra la perspectiva de los leñadores que ven en la tala clandestina su único medio de subsistencia.
Greene comentó que desde hace varios años ella y Grobman habían contemplado la idea de hacer un proyecto sobre los estragos ambientales que sufre esta zona del mundo. En su búsqueda de recursos, consiguieron la financiación de diferentes inversores privados, al igual que de figuras como Fisher Stevens (productor ganador de un premio Óscar) y el actor Leonardo DiCaprio (quien fue productor ejecutivo).
En un viaje a Brasil en 2020 conocieron a Edivan, un cineasta local que se unió a la iniciativa como camarógrafo y director. Asimismo, él fue clave para tener acceso a la comunidad indígena Guajajara, de la que forma parte. Gracias a la productora Banksia Films pudieron contactar con los guardas forestales del pueblo Tembé.
CONFLICTOS Y RETOS
Durante las grabaciones siguieron el trabajo de estos grupos ambientalistas, que en diferentes salidas trataron de encontrar y expulsar a madereros del bosque. “A veces oíamos a los leñadores y sus motosierras a lo lejos, e intentábamos correr hacia ellos, pero nos perdíamos o ellos se escapaban. Hicimos ocho misiones sin éxito hasta que lo conseguimos” contó Greene.
Aseguró que lo más desafiante de la realización fue el hostigamiento que recibieron de algunos taladores: “Obtuvimos permiso de unos madereros para estar con ellos, pero cuando otro grupo se enteró de que estábamos filmando y sacando a la luz su trabajo ilegal dentro del territorio indígena, empezaron a enviarnos amenazas de muerte. Así que tuvimos que irnos del territorio y rentar otro carro para pasar desapercibidos”.
Con un crew de solo cuatro personas se trasladaron hasta la selva en carros alquilados en recorridos de hasta 14 horas. Para llegar a ciertos puntos tuvieron que desplazarse en botes a través de ríos. “Dormíamos en hamacas, intentando llevar toda el agua y la comida a cuestas, era muy difícil y pesado, aunque nunca pasamos más de cuatro días seguidos durmiendo allí antes de volver a una aldea” dijo la cineasta.
Para comunicarse con los lugareños tuvieron la ayuda de un intérprete. Asimismo, llevaron paneles solares para cargar los equipos en medio de la naturaleza. Filmaron con cámaras Panasonic Lumix S1H debido a su calidad y su tamaño pequeño. Recalcó que esto permitió que la gente con la que grabaron se sintiera más cómoda, ya que una cámara grande “podía resultar más intimidante”.
EL CINE COMO AGENTE DE IMPACTO
Tras dos años de edición, finalizaron el documental. Desde entonces han iniciado una campaña para lograr un impacto positivo a través de este producto. Recientemente obtuvieron una subvención de US$200 mil por parte de la organización benéfica Erol Foundation y otra suma similar otorgada por The RandomGood Foundation.
Dichos fondos estarán destinados a apoyar los esfuerzos de los guardianes indígenas de la selva amazónica con suministros esenciales que ayuden a proteger sus fronteras territoriales, así como a establecer proyectos de reforestación y agroforestería en estos territorios para contribuir con la autonomía a largo plazo de las comunidades Tembé y Guajajara. Green también reveló que los inversores han optado por donar a los grupos indígenas las ganancias de la venta del documental a Netflix (plataforma en la que fue estrenado el 28 de enero).
Más allá de eso, el film ha participado en diversos festivales internacionales y ganado premios como el Peace International Green Film Award. La cineasta espera que, mediante esta exposición, más gente se sienta inspirada a cuidar el Amazonas, un lugar por donde pasa una quinta parte del agua dulce de la Tierra.
Carlos Cifuentes